Aquí va otro de mis secretos...
El sábado por la tarde, estaba con mis amigas en el centro comercial de compras y risas. Tomamos café y entramos en una conocida tienda de ropa. Aunque íbamos todas juntas, cada una se fue por su lado a buscarse un conjuntito para esa noche y quedamos en que media hora después nos veríamos de nuevo en la puerta.
Todas se fueron para la parte de camisetas y chaquetas, pero yo me fui al fondo de la tienda, donde se encontraba la bisutería y la ropa interior. Cogí un par de sujetadores y varios tangas. Con los mismos me fui al probador, le enseñé a la chica de la tienda las prendas y me dijo que quedaba un probador libre al fondo a la izquierda.
Atravesé todo el pasillo, y llegué al probador, me metí dentro, colgué mis cosas en el perchero sobre el espejo, el bolso en el banquito y me giré dispuesta a cerrar la cortina. En ese momento me detuve en seco. Estaba al fondo del pasillo de los probadores, y en el de enfrente había un chico probándose la ropa con la cortina medio cerrada... Me impactó, pero me recreé mirándolo. Estaba de espaldas a mí, pero era alto, moreno, delgado pero fibroso, los pantalones nuevos le quedaban de vicio...
Me quedé quieta, de pie, observándolo al detalle. Fueron segundos que me parecieron minutos... Y de repente, vi su mirada clavándose en mí a través de su espejo. Me escondí tras mi cortina rápidamente. No me podía creer que había estado espiando a alguien en el probador, y además, me había gustado. Me moría de vergüenza, pero su cara no me había parecido de enfado, todo lo contrario. Así que cerré mi cortina, pero no del todo. Dejando el suficiente espacio para que pudiera verme él a mí también. Al fin y al cabo, era justo, no?
Me situé junto a la cortina, me quité el vestido y después el sujetador, me quedé prácticamente desnuda, mis pechos quedaron al aire, solo me tapaba el tanga rojo de encaje, me sentía expuesta. Levanté la mirada y ahí estaba él, observando desde su cabina cómo me iba desnudando. Sin querer, mis pechos se pusieron duros. Estaba excitada, era una sensación nueva para mí, y me pareció muy morbosa. Me probé el primer sujetador, me miré al espejo que estaba de espaldas a mí, para ver si me quedaba bien, y lo vi, justo detrás de mí, en el pasillo, sonriendo mientras asentía.
Él se iba, me asomé por la cortina y lo vi andando hacia la salida. Corriendo, me quité el sujetador nuevo, me vestí, cogí mis cosas y salí, pero una vez fuera de los probadores no lo volví a ver más. No sé qué me pasaba ni si lo que me había pasado era verdad, pero lo cierto es que me entró un calentón por dentro que no era normal.
Me dirigí hacia la caja, por supuesto me iba a comprar el sujetador con el que me había visto el chico misterioso. Allí me encontré con mis amigas que me preguntaron dónde me había metido, me habían estado buscando... Si ellas supieran, pensé.
Salimos de esa tienda, y nos metimos en otra y en otra. Estuve todo el rato mirando de un lado a otro por si lo volvía a ver. Me ponía nerviosa que me pudiera reconocer, pero a la vez estaba impaciente por llegar a casa, quería buscarlo por internet.
Entré por la puerta, dejé las bolsas en la entrada y me quité las sandalias dejándolas tiradas en medio del pasillo. Me senté en el sofá, estaba sola, así que podía buscarlo tranquila, en silencio...
Sé que era como buscar una aguja en un pajar, pero a través de una amiga, por arte de magia, lo encontré. En el fondo siempre supe que me sonaba de algo. Me gustó su perfil. Estuve viendo sus fotos, pero en mi interior, no entendía cómo podía ser posible que lo hubiera espiado y además, que hubiera provocado que él me viese prácticamente desnuda a mí. Estaba excitada, demasiado. Tenía un nerviosismo y una inquietud por dentro que no me parecía normal en aquel momento.
Dejé el móvil sobre el sofá, y empecé a recordar la situación tan morbosa, cómo sus ojos se clavaron en mí, sin querer, la mano derecha me iba bajando, rozándome por encima de las braguitas... Me estaba entrando mucho calor. Cada vez me rozaba más rápido, me excitaba más, así que me las quité, las tiré a la alfombra, me recliné en el sofá y abrí las piernas. Ahora tenía más acceso y pensaba aprovecharlo. Me empecé a pasar la mano por la entrada a mi vagina, estaba muy mojada. Aproveché esa humedad para repartirla sobre mis labios, que se abrían solos. Pasaba la mano de arriba a abajo, deteniéndome en ocasiones en mi clítoris, pasando mis dedos al rededor de él.
Después continué hacia abajo, y me introduje el dedo índice. Me pareció insuficiente, así que metí otro. Mi mano se movía sin parar, los dos dedos iban solos de dentro hacia afuera, subiendo aveces por mi rajita. Mi espalda se arqueaba involuntariamente, y empecé a respirar cada vez más rápido y fuerte. Estaba muy caliente y casi apunto, pero necesitaba algo más.
Me levanté, fui a mi dormitorio, abrí el cajón de la mesita y saqué uno de mis vibradores. En ese momento me apetecía mi conejito rampante, necesitaba darme caña. Volví al sofá, donde estaba y me tumbé boca arriba, cogí mi conejito y pulsé el botón. Estaba muy mojada, pasé la punta por mi vagina y por el clítoris. Estaba impaciente, lo necesitaba ya.
Sin pensármelo, lo introduje del tirón, hasta el fondo, la parte vibradora me estimulaba el clítoris.
Mi espalda se arqueaba en el sofá cada vez más. Con la otra mano empecé a acariciarme los pechos, primero uno, después el otro. Me estaba entrando una fuerte corriente eléctrica por todo el cuerpo, gemía y mi respiración cada vez era más intensa.
Pulsé el botón de girar la parte que tenía en mi interior y empezó a dar vueltas en mi interior. El ritmo pasó a ser constante, ya no necesitaba la entrada y salida del consolador, él solo movimiento hacía que el calor me fuera subiendo por todo mi cuerpo. Le dí la máxima potencia al vibrador en mi clítoris. Comencé a moverme cada vez más rápido. Y me perdí...
Qué hubierais hecho vosotros en mi lugar??
Y recordad, sshhh, es un secreto 😏
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ResponderEliminarEsta vez estaba decidido a hacerlo, mi amiga me había dicho que habían quedado para tomar algo en el centro comercial y que seguramente comprarían ropa. Desde una distancia prudencial las iba espiando, no me creía que estuviera haciendo eso, pero mirarla de lejos me hacia olvidar mi vergüenza. No podía despegar mi mirada del movimiento hipnótico de su vestido bailando al compás de sus caderas. Los tacones solo mejoraban aquella visión maravillosa que ya de por si era suficiente para mi. No podía evitar que la presión de mis calvin klein fuera aumentando.
ResponderEliminarMiré el whatsapp Cristina me decía que habían decidido entrar a probarse ropa a una conocida tienda, que haría lo posible por despistarla y que sabiendo su inclinación por la ropa interior que me fuera a los probadores de esa zona.
Mi excitación era máxima, corrí todo lo que pude y no se como no se dieron cuenta de que pasé junto a ellas.
Entré en la tienda, cogí al vuelo los primeros pantalones que pillé y me crucé la tienda hacia el fondo a la sección de corsetería. Cuando la chica me vio entrar me puso una cara rara pero estaba decidido a hacerlo. Tuve suerte de que solo quedaran dos probadores, uno enfrente del otro. Me sudaba todo el cuerpo y para colmo el pantalón que había cogido era dos tallas menos, pero daba igual, lo eché a un lado y me desnudé, se que mi torso es mi punto fuerte, esperé en calzoncillos hasta que oi sus tacones avanzando por el pasillo, abrí estratégicamente la cortinilla por un lado para que ella me pudiera ver, y me puse de espaldas a ponerme la ropa que traía de casa, además así no vería la excitación marcándose en la tela. pude oir como sus pasos se silenciaban al llegar al final del pasillo , en ese momento sabia que me estaría mirando, subí mis pantalones lentamente deteniéndome en los glúteos momentáneamente, los terminé de abrochar, por el espejo podía ver como se había quedado paralizada, y aun sin verle la cara me podía imaginar que había surtido el efecto deseado. En ese momento me giré rápidamente dispuesto a sorprenderla y vaya si lo hice. Estaba absorta, se sonrojo y rápidamente se metió en su probador, me di cuenta que no me había reconocido, al fin y al cabo solo nos conocíamos de aquel bar donde nos presentó su amiga Cristina, apenas unos minutos, suficiente para que yo me prendara.
Ella dejó su cortinilla entreabierta para que yo la observara, se quitó la blusa y el pantalón y pude ver aquel culo delicado y desafiante con aquel tanga rojo que pedía guerra, su espalda era igualmente delicada y por los laterales podía observar sus pechos preciosos y comprobé lo excitados que tenia los pezones. Me estaba poniendo malo pero ese no era el plan, debía de irme rápidamente para creara en ella un mayor deseo. Su amiga Cristina así lo quería.
Le sonreí y me marché del centro comercial.
Sabía que cuando llegara a casa me buscaría en las redes, Cristina y yo lo habíamos dispuesto todo para que no le fuera muy difícil encontrarme.
Al rato me llamó Cristina, me dijo que su amiga había salido muy excitada del probador y que tras un rato se había disculpado yéndose corriendo a casa, todo iba sobre ruedas. (Continua)
(continua)
EliminarYo estaba muy caliente y nada más llegar a casa me desnudé, encendí el ordenador y abrí su perfil, era una diosa, mi sexo empezó a crecer de una manera pausada pero constante, no era solo sexual, era como una diosa, y en ese momento me constaba que ella estaba haciendo lo mismo... en ese momento llamaron a la puerta, sabía quien era, ni siquiera me vestí, abrí la puerta ocultándome a la mirada de los vecinos detrás de la misma y entró mi amiga Cristina, como siempre venía sin bragas y nada más entrar me hizo arrodillarme para lamer su coño que ya chorreaba de todo lo que había imaginado. Nos fuimos los dos al ordenador y mientras le lamia el coño ella miraba las fotos de su amiga y se pellizcaba los pezones, amplió la foto y besó la pantalla entonces me dijo que quería que la penetrará desde atrás, mientras ella lamia la pantalla en la que ahora estaba el escote de su amiga.
Me pidió que me sentara en la silla y ella se sentó encima metiéndose mi miembro hasta el fondo, empezó a mover el culo de un lado a otro , cogió el teléfono y llamo a su amiga, con la voz entrecortada le dijo que necesitaba hablar con ella, que era urgente, sus suspiros de placer parecían llanto entrecortado para su amiga. Su amiga le dijo que no se preocupara que iba rápidamente a donde ella le dijera. Cristina le dio mi dirección y le dijo que se diera prisa, colgó: en ese momento tuvimos a la vez el orgasmo más grande que nunca habíamos tenido. Tras permanecer abrazados 10 minutos lo limpiamos todo. Estaba a punto de llegar, pusimos tres copas de vino en la mesita del salón y encendimos tres velas... La magia flotaba en el aire...
Pues en el momento de asentir él, yo le hubiera invitado a entrar con la cabeza, ahí te hubieras perdido
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