Os voy a contar un secretito muy breve... Hace cosa de un mes, mi amiga Sandra y yo planeamos una escapada romántica de fin de semana con nuestros chicos. Habíamos alquilado una casa rural para los cuatro en un pueblo cercano, y quedamos en vernos el viernes allí cuando saliéramos ambas del trabajo. Ese día yo trabajaba hasta mediodía, por lo que Javi, mi chico, se encargaba de cargar las maletas en el coche y recogerme. A las 15:00h estaba esperándome en la puerta de mi oficina, salí y nos fuimos hacia la Sierra de Grazalema. Tardamos un par de horas en llegar, eran las 17:00h de la tarde y yo aún no había comido, por lo que en cuanto entramos, soltamos los bártulos y fuimos directamente a la cocina. Nos habían dejado una fuente de fresas y una botella de cava en la nevera. Como Sandra y Álex se ocupaban de traer la comida para la barbacoa de esa noche, me conformé con lo que había, aunque fuese un poco pronto para beber. Javi encendía la chimenea mientras yo apartaba la