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Una semana muy, muy dura...

Tengo otro secretito..Queréis que os lo cuente? Pues ahí va:

Llevaba una semana de mucho estrés en el trabajo, así que el jueves por la mañana me notaba tan contracturada que no aguanté más y llamé al centro de fisioterapia donde suelo ir. Solicité una cita para esa misma tarde con Virginia, mi fisio de siempre, pero la chica de recepción me dijo que imposible, no tenía huecos libres hasta mediados de la semana siguiente... Me quedé callada, algo raro en mí, pero tenía que pensar qué iba a hacer entonces.. Ella, que me conoce, me dijo que habían incorporado a un fisio nuevo, con experiencia y tenía una cita libre al final de esa misma tarde... Aunque no me convencía mucho que me atendiese otra persona, le dije que sí sin pensarlo, pues realmente necesitaba un masaje ese mismo día, no podía esperar más.

Llegué a las ocho menos cinco y me puse a hablar con la recepcionista. Nos reímos y de repente me quedé blanca, cuando por la puerta de la habitación salió Jorge, que venía hacia el mostrador junto con el señor al que acababa de darle el masaje. Se despidió y me dijo de pasar a la sala, era mi turno.

Entré, solté el bolso en la silla, como pude y se presentó sonriéndome. Me hice una coleta alta mientras ponía música acústica relajante y me dijo que me quitase la camiseta y los zapatos y me sentase en la camilla, de espaldas a él. Lo hice sin pensar. Mis pezones se pusieron duros, me había entrado un poco de frío, pero me daba tanta vergüenza que me tapé con los brazos y me senté como me había dicho.

Él estaba de pie tras mi espalda, quiso que le explicara por qué estaba allí, qué me ocurría y dónde me dolía, le indiqué y empezó a tocarme el cuello, los hombros. Se sorprendió por las contracturas que tenía, pero que no me preocupase, que él se iba a ocupar de mí...No lo dijo en ningún tono sexual, pero yo me tensé sólo de escucharlo. ¿Cómo me podía poner de esa manera si sólo lo conocía de hacía cinco minutos...?

Me tumbé en la camilla boca abajo, como él me indicó, me puso los brazos a los lados y me desabrochó el sujetador negro semitransparente que llevaba. Se echó algún aceite en las manos, y empezó a acariciarme la espalda, de arriba a abajo. Como él notaba que me estaba tensando cada vez más, comenzó a darme conversación para que yo pudiera relajarme.



Empezó queriendo saber a qué me dedico, y qué hacía para tener la espalda así. Le conté que trabajo en una oficina y me tiro muchas horas sentadas. Entendió entonces mis contracturas, diciendo que son posicionales y típicas de mi profesión. Me sorprendió cuando me dijo que llevaba tiempo queriendo cambiar de gestor, que le diese luego mi número de teléfono, que me llamaría en esos días para hacerme unas consultas...

Conforme más hablaba, mejor me iba cayendo y yo me iba relajando cada vez más, lo que le permitía hundir un poco los dedos en mi espalda. Me preguntó también si hacía algún deporte y  le dije que suelo ir a pilates, pero estoy pensando en pasarme al yoga. Resultó que él es profesor de yoga en ese mismo centro. Lo mismo me apunto aquí, pensé.

Mientras me explicaba las posturas y estiramientos que me vendrían bien para mi espalda, me iba pasando sus manos a lo largo de la columna, desde las lumbares hasta la base de la cabeza. Uf , notaba una presión que me relajaba muchísimo, hasta que empezó a hacer círculos cerca de las caderas y dí un respingo. No sabía que tenía un poco de ciática, pero él me lo notó, y me dijo que me desabrochase el botón del pantalón.


Me quedé petrificada, no esperaba que me fuese a decir eso, pero obviamente lo hice. Me cogió de la cinturilla de los vaqueros y me los bajó de un tirón, junto con mi tanga negro de encaje, hasta la mitad del culo. Me estaba poniendo como una moto. Se echó más aceite en las manos, y empezó a masajearme toda esa zona.

De repente me vi en una camilla, boca abajo, el sujetador desabrochado y los pantalones casi bajados. No me lo podía creer.  Me daba apuro que él me notase lo nerviosa que me estaba poniendo, así que respiré hondo e intenté relajarme. Aunque él estaba siendo profesional, masajeando el final de mi espalda, yo notaba cómo me iba rozando el culo con sus grandes manos... Por como me hablaba y me tocaba, notaba como si yo le gustase pero se quisiera controlar por alguna extraña razón que no llegaba a entender.





Cortó mis pensamientos diciéndome que me tenía que poner boca arriba para masajearme la zona del cuello desde delante. Al girarme lo vi de pie, llevaba una camiseta blanca con el rótulo de adidas y pantalones de chándal azules que le marcaban perfectamente el paquete, me fijé. Me di media vuelta, sujetándome el sujetador con una mano, ya que aún lo tenía suelto. Me dijo que no me preocupase, y me tapó con una pequeña toalla blanca. La bajó lo suficiente, dejando entrever un poco de mi escote, y se sentó en un banquillo por encima de mi cabeza.

De repente llamaron a la puerta, eran las ocho y media, y la recepcionista ya se iba, se despidió de los, y nos quedamos solos. Él y yo. Me excité sólo de pensarlo...Sus dedos iban subiendo y bajando por mi cuello y cada vez se iban metiendo un poco más por debajo de la toalla.. Me estaba acelerando, mis pezones volvieron a ponerse duros como rocas y mi respiración iba siendo más intensa.

Por como me iba masajeando el cuello, de vez en cuando, iba sintiendo un pequeño mareo, y así se lo dije. Me dijo que para que se me fuese pasando, me iba a crujir la pelvis. Para ello, me tenía tenía que tumbar de lado en el filo de la camilla. Como soy un poco torpe, me acerqué tanto al borde que casi me caigo de espaldas al suelo, y él, que estaba detrás de mí en todo momento, me sujetó poniendo su mano en medio de la cremallera abierta de mis pantalones. Aparte del pequeño susto que me dí, noté que en ese instante mi culo rozaba su miembro, que estaba muy duro. Se podía respirar una inmensa tensión en el ambiente, así que me decidí a ser un poquito mala.

Mientras él se inclinaba sobre mí para colocarme los brazos en no se qué posturas, yo empecé a mover mi cadera en círculos suaves, apretándome contra él. En ocasiones notaba como unos pequeños espasmos en su polla. Lo estaba poniendo nervioso, lo sé, pero es que no me podía aguantar, estaba muy excitada y necesitaba estar segura de si él estaba sintiendo lo mismo.

Tras crujirme la pelvis, me tuve que volver a poner boca arriba. Cerré los ojos y empezó a sonar Mad World, la versión de la serie Riverdale, que me encanta. Pensé que no podía ser tan friki como yo, así que me lo tomé como una señal: Hoy no se me escapa. Abrí los ojos, lo miré fijamente y muy pícara, sonriéndole levemente, empecé a tirar de una esquinita de la toalla hacia el lado opuesto a donde él estaba.

Como acto involuntario, inclinó todo su cuerpo sobre mí para coger la toalla antes de que se cayera al suelo. Obviamente no lo dejé, y cuando lo tenía sobre mí, lo agarré del cuello de la camiseta, dejando su boca a escasos centímetros de la mía. Su respiración era entrecortada, sé que estaba nervioso y excitado, igual que yo. Se quedó mirando cómo me mordía el labio inferior, me miró a los ojos cogiéndome la cara, y me empezó a comer toda la boca.

Empezó a hacer un calor tremendo en esa habitación. Nos estábamos besando de manera desenfrenada, teníamos una tensión sexual que debíamos resolver. Yo tumbada boca arriba, con los pechos duros al aire, y él inclinado encima de mí. Empezó a acariciarme el pezón izquierdo mientras que yo le metía la mano por esa camiseta que tanto me estorbaba. Me incorporé, sentándome en la camilla y se la subí, levantó los brazos y se la quité por la cabeza. Madre mía qué cuerpo, se notaba que hace un montón de deporte.

Me bajé de la camilla, me puse frente a él de puntillas, y le empecé a dar besos por el cuello, fui bajando por el pecho hasta llegar al ombligo. Me puse de rodilla observando esa zona en forma de uve que le bajaba hasta donde yo quería llegar.

Pasaba mi lengua por esa línea de pelitos que me iba indicando el camino. Le bajé los pantalones junto con los bóxer negros que llevaba y su polla salió dando un respingo. Estaba muy excitado, lo sé. Con mi dedo, empecé a jugar con la punta, que estaba frente mi cara. No podía resistirlo más, y me la metí de golpe en la boca. Empecé a meterla y sacarla, chupándola con deseo, rodeándola toda ella con mi lengua. Involuntariamente, me cogió de la cabeza, haciéndome el movimiento más firme y rápido.



Estaba en un movimiento continuo, cuando me apartó, me subió y me inclinó sobre el lado estrecho de la camilla con los brazos extendidos hacia delante. Me bajó los pantalones abriéndome las piernas, dejándome completamente expuesta. Estaba excitada a la vez que expectante, ahora era él quien tenía el control de la situación, y yo no podía verlo a mi espalda.

Me pasó su mano por mi rajita, noté cómo sonreía por lo mojada que estaba, pero ahí no quiso dejarlo. Se agachó, me cogió de los tobillos para abrirme las piernas todo lo posible, su lengua se deslizaba por toda la pierna hasta que metió su cabeza en mi sexo. Por la postura en la que estaba, primero pasó su lengua por la entrada de mi vagina, y la deslizó hasta el clítoris. Su boca se fundió con mi cuerpo. Me metió un par de dedos del tirón, que entraron sin problemas. Los metía y sacaba, con delicadeza, pero firmes. Estaba perdiendo la razón.

Él me lo notaba y fue a más. Su boca se movía acaparándome cada vez más, se empezó a desplazar despacio hacia mi ano. Eso me excitó tanto que estuve a punto de correrme, pero él no me dejó.
Se puso de pie, yo seguía semi tumbada sobre la camilla, cogió su polla dura y la introdujo dentro de mí. Me agarró de la cadera y apretó hasta el fondo. Apreté las manos con fuerza, echando para atrás la cabeza. Cada vez iba más rápido y empezaba a perder el sentido. Se inclinó sobre mí, tocando mi espalda con su pecho. Bajó su mano acariciando mi clítoris. No podía aguantar más, y grité. Grité como si no hubiera un mañana . Tuve un orgasmo increíble.




Unos segundos más tarde, cuando comencé a estabilizar mi respiración, me incorporó y me sentó en el filo de la camilla. Se acercó de frente a mí, y le rodeé su cadera con mis piernas. Con un brazo me agarré a su cuello y con el otro le cogí su miembro, que estaba excesivamente duro y palpitante, y lo introduje en mí. Empezamos a movernos al unísono, y sin querer, estábamos envueltos de nuevo en un vaivén de sensaciones que nos estaban descontrolando.

Me cogió un pecho, lo lamió y mordisqueó, luego el otro. Cada vez nos movíamos más rápido. Yo me apreté aún más a él. Estaba tan excitada que necesitaba más. Apoyé las manos detrás de mí, sobre la camilla, y él aprovechó para sujetarme las piernas en alto. Así tenía mayor acceso a mi interior. Volvimos a coger ese ritmo tan rápido y desenfrenado hasta que nos convertimos en una ola de fuego, nuestros cuerpos se fundieron a la vez.



Me bajó las piernas, me senté bien en la camilla y nos miramos. Nos besamos, y a continuación nos pusimos en pie buscando nuestra ropa que estaba tirada por el suelo. Mientras la cogíamos, nos reímos por la locura que acabábamos de hacer. No era posible que hubiéramos hecho eso.

Nos vestimos y salimos a la entrada. Le pagué la consulta, me di media vuelta y me fui hacia la puerta, pero al abrirla, me llamó, y me dijo que le había prometido darle mi número de teléfono. Le sonreí, era cierto. Saqué una tarjeta del bolso, se la dí y me fui...

Ahí lo dejo...pero recordad, sshhh es un secreto 😏




Comentarios

  1. Ssshhh ... No diré nada ... la situación es claramente morbosa .. un desconocido.. ambiente .. crema .. manos deslizantes .. caricias .. como no hacer que cosquillas surjan ..? .. pienso que hasta podría haber pasado si fuese una mujer ..;)

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  2. Ssshhh ... No diré nada ... la situación es claramente morbosa .. un desconocido.. ambiente .. crema .. manos deslizantes .. caricias .. como no hacer que cosquillas surjan ..? .. pienso que hasta podría haber pasado si fuese una mujer ..;)

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