Esta vez, os voy a contar un secreto...
Hace un par de semanas, mi jefe me informó de que íbamos a cambiar de compañía de teléfono, y tenía que venir un técnico de Vodafone a instalarnos la fibra óptica. Al día siguiente, me llamó un chico para decirme que venía en media hora, y como tal, vino, con sus cajas de herramientas.
Hizo toda la instalación mientras yo seguía trabajando, aunque de vez en cuando lo miraba por encima de mi pantalla. Me atraía y no me podía concentrar. Llegó un momento en el que me tenía que quitar de mi mesa para que pudiera configurar el módem a través del ordenador. Me dijo: Ésto ya está listo, pero tienes un lío importante de cables, así que te voy a organizar todo esto.. Sinceramente, pensé que estaba ligando conmigo, cosa que me ponía nerviosa, no tenía por qué quedarse mas tiempo trabajando y menos ordenando los cables de mi mesa, ordenador, módem, teléfono, etc.
Aunque era alto, moreno, muy atractivo, tenía cara de buena persona, así que me dije a mi misma: no seas mal pensada, que el chico solo es amable y te quiere hacer un favor. Así que lo miré de reojo, y le dejé, me senté en la silla de mi compañero, que estaba al lado, y lo estuve mirando de arriba abajo mientras me organizaba mis el tinglado.
Me daba conversación, me dijo que se llama Andrés, y me preguntó sobre mi trabajo, qué hacia y en que consistía. Se sorprendió de que tuviera tanta responsabilidad para lo joven que le parezco. Él tiene cinco años más que yo...
Me daba conversación, me dijo que se llama Andrés, y me preguntó sobre mi trabajo, qué hacia y en que consistía. Se sorprendió de que tuviera tanta responsabilidad para lo joven que le parezco. Él tiene cinco años más que yo...
Me parecía súper mono, me miraba y me sonreía. Cuando se agachó a enchufar la torre, se le levantó un poco la camiseta y le vi parte del tatuaje maorí que le subía por la zona lumbar derecha, me pareció muy sexy y un poco maloti 😏, no se podría ni imaginar las ganas que me estaban dando de hacerle mil cosas...
Él me comentó sobre su trabajo, y le pregunté acerca de las promociones que tenían, para poner la fibra en mi casa, y me dijo que eso lo llevaban desde otro departamento, pero que apuntase su número por si teníamos algún problema con la nueva conexión en la oficina. Le firmé el parte y se fue.
Días mas tarde lo vi pasando por delante de la oficina, nos cruzamos las miradas, me miró tan fijamente como yo a él. En ese instante recordé lo de la fibra, y llamé corriendo para contratarla.
Al día siguiente, por la tarde, estaba estudiando en mi escritorio, frente a la ventana de mi cuarto, y sonó el timbre. El técnico de Movistar estaba aquí para hacerme la pre-instalación de la fibra. Como ya me habían avisado dos veces de que venía, le dejé pasar. Resultó ser un amigo de mi hermana, se saludaron y me lo presentó, Roberto. Le dije: "hola, encantada", y sin pensárselo, vino a darme dos besos cogiéndome de la cintura. Me separé rápido un poco avergonzada, él me lo notó, y como si nada, se puso con los cables en la entrada de la casa.
Aprovechando que yo había hecho un parón de estudio, me fui al salón y me puse a bailar con mi sobrina. Con la música un poco alta y nuestras risas, no me había enterado de que habían llamado de nuevo al timbre. De repente lo vi en la puerta de mi salón. Era él, Andrés. Mi hermana me dijo que el chico de Vodafone había venido también y necesitaba ir a mi cuarto para instalarme el módem, que si le explicaba dónde lo quería, que ella se tenía que ir con la niña.
Él fingió no conocerme. A mí me tembló todo el cuerpo.
Él fingió no conocerme. A mí me tembló todo el cuerpo.
Apagué la música y lo guié hasta mi cuarto. Le expliqué nerviosa dónde tenía el ordenador y me dijo que entonces tardaría algo más porque tendría que pasar cables.
Me quedé sola con ambos chicos, guapísimos los dos, pero yo tenía un examen la semana siguiente y me tenía que poner a estudiar si quería terminar el máster. Me senté delante del ordenador, frente a la ventana, estuve redactando una de las preguntas del examen del año pasado, pero no me podía concentrar, miraba la pantalla y no veía nada, tenía la mirada perdida, los pensamientos en otro lugar...
Me quedé sola con ambos chicos, guapísimos los dos, pero yo tenía un examen la semana siguiente y me tenía que poner a estudiar si quería terminar el máster. Me senté delante del ordenador, frente a la ventana, estuve redactando una de las preguntas del examen del año pasado, pero no me podía concentrar, miraba la pantalla y no veía nada, tenía la mirada perdida, los pensamientos en otro lugar...
De repente, salí de mi ensimismamiento cuando Andrés me habló por detrás, cerca de mi oído derecho, con esa voz sexy que le caracteriza, preguntándome si se podía sentar en mi ordenador, para configurar la red. Por supuesto le dejé, me puse en pie y lo observé de espaldas. Me tenía nerviosa, excitada.
Al momento, Roberto vino a mi cuarto, ya había terminado y necesitaba que fuese a la cocina a firmarle el parte de instalación. Se lo firmé, apoyándome en la encimera, y al girarme para dárselo, su cara esta justo en frente de la mía, su boca a escasos centímetros y sus manos me rodeaban para apoyarse sobre la encimera detrás de mí. Estaba demasiado cerca, notaba su respiración entrecortada igual que la mía. Me dijo que le había caído muy bien, que si quedábamos un día para tomar un café, le dije que claro que sí, y de repente me cogió de los muslos, me subió a la encimera y me besó. Fue un beso muy inesperado, sensual, apasionado, con deseo y ganas, un beso fantástico que se interrumpió por el genial carraspeo de Andrés, quien había venido a buscarme a la cocina para decirme que había terminado también su trabajo.
Se acercó para que le firmase su parte de asistencia, y, sin cortarse un pelo, me cogió de la cintura y me besó delante de Roberto. Lo que sentí fue increíble. Él me gustaba, y lo sabía, jugó conmigo y me llevó al límite fingiendo que no me conocía, viendo cómo escasos segundos antes estaba besándome con otro, y a continuación me besa él. Me tenía descolocada, excitada a más no poder.
Miré a Roberto, no quería que se fuera, él también me gustaba. Le extendí la mano y la cogió, me sorprendió al acercarse, y sin decir nada, se puso detrás mía y me besó el cuello, delante de Andrés, quien me empezó a comer la boca con pasión. Ambos me fueron acariciando el cuerpo a la vez, pero por distintos sitios, uno me acariciaba los pechos mientras que el otro me apretaba sus manos contra mi culo, cada vez estaba más cachonda.
Yo, con dos chicos que me gustaban, no quería renunciar a ninguno, y sin embargo, a ellos no les importaba el otro, solo me deseaban a mí.
Nos fuimos los tres a mi habitación, puse música relajante, me quitaron el vestido con cuidado, y yo le quité primero la camiseta a Andrés, luego los pantalones a Roberto. En cuestión de segundos estábamos los tres desnudos, Roberto tumbado boca arriba en el centro, yo con las rodillas en el filo de la cama, y Andrés de pie, detrás de mí.
Sin reparo ninguno, me agaché y me metí el miembro de Roberto en la boca, estaba duro y firme, ardiendo, y noté cómo Andrés me pasaba un dedo por mi rajita, me puso muchísimo, y más aún cuando noté el calor húmedo de su boca sobre mi sexo.
Estaba nerviosa, pero especialmente deseosa de disfrutar de esa experiencia. Andrés me abrió los cachetes y la metió del tirón, sentí que me entraba un calor tremendo por todo el cuerpo. Él también estaba muy excitado, lo miré y le cogí las manos para ponérselas sobre mis caderas. Me apretó fuerte contra él. Al principio se movía despacio, suave, pero al poco, cambió el ritmo, y yo también, así que cuanto más rápido iba Andrés, más rápido se la comía a Roberto, quien se estaba excitando un montón. Al igual que yo, él también estaba a punto.
Como no quería que terminase mi excitante aventura, paré y me puse en pie. A Andrés le dije que se sentara en el filo de la cama, pero con los pies tocando el suelo. Yo me puse delante de él, me giré y dándole la espalda, me eché saliva en la mano y cogí su miembro, lo acaricié de arriba abajo y lo introduje en mi culo. Me senté sobre él, despacio pero hasta el fondo. Al principio sentí un quemazón, pero no me dolió, al contrario, sentía un placer que nunca había experimentado, así que me dejé caer la espalda sobre su pecho y abrí las piernas.
Roberto se tumbó de frente sobre mí y me penetró. Al principio fue suave, yo me notaba llena, como si ambos penes se tocaran dentro de mí. Después, se fueron moviendo ambos a la vez, al mismo ritmo, sentía como si me llenase y me vaciase cada vez. Estaba extremadamente cachonda. Uno me besaba el cuello mientras el otro me chupaba los pezones duros como rocas.
Me abracé al cuello de Roberto, le agarré el pelo echándole la cabeza hacia atrás, empecé a perder la noción del tiempo, sólo sentía placer y más placer, necesitaba moverme más rápido aún, y ellos me acompañaban en mi ritmo, estaba llegando al punto de no retorno.
Grité y me perdí.
Nos perdimos los tres en un gemido al unísono...
¿Qué os ha parecido mi aventura? ¿Os ha gustado? Acepto comentarios pero Sshhh, recuerda, es un secreto 😉
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