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Calor de Verano...

En abril del año pasado fui con unas amigas a la feria de turismo que se celebraba en una localidad cercana. Estábamos buscando alguna oferta para irnos de vacaciones ese verano. Al entrar nos dieron una papeleta para participar en algunos sorteos y concursos. La mayoría de ellas la tiró nada más entrar, pero yo la rellené y la metí en la urna.

Un par de meses después recibí una llamada: Había ganado un crucero para dos personas por el Mediterráneo!. Al principió pensé que era una broma, pero todo cambió unas semanas más tarde, cuando fui al ayuntamiento a recoger toda la documentación e itinerario. Era cierto.

Elegí el viaje para la segunda semana de Septiembre, por lo que nos dejaba un margen de algo más de un mes para prepararlo. Me puse inmediatamente a buscar mapas de Barcelona, ya que el crucero salía de allí.

Iba a ir con mi chico, Javi, así que nos repartimos el trabajo, yo elegía las excursiones y él se encargaba de los vuelos y del alojamiento. El crucero salía un sábado y nosotros volábamos a Barcelona el jueves de esa semana, queríamos aprovechar unos días y ver la ciudad.


Por fín llegó el día, cargados con una maleta y dos pequeñas troleys, llegamos al aeropuerto. Facturamos la maleta, pasamos los controles de seguridad y embarcamos. Nosotros llegamos a nuestra fila, teníamos la 17, casi en medio del avión.


Dejamos pasar a un chico muy mono, unos 37-38 años, de traje, supongo que iba a trabajar, moreno, pelo corto, que iba sentado en el asiento de la ventana, después pasó Javi, y yo me quedé en el pasillo.

El vuelo duraba poco, pero a los quince minutos de despegar ya me estaba empezando a aburrir, así que me decidí a ser un poquito...indecente. Le dí la mano a Javi, y las puso en su regazo, así que con el meñique comencé a rozarle su zona sensible. Él me miraba, un poco preocupado, pero aquello empezó a notarse cada vez más firme.


No me conformaba con dejarle solo con las ganas, quería llegar al final, o al menos todo lo lejos que pudiera llegar en ese momento. Me levanté, cogí nuestras chaquetas y se las puse encima de las piernas. Metí la mano por dentro. Le desabroché el cinturón procurando no hacer ruido, quité el botón y bajé la cremallera en silencio. Mi mano se coló golosa por debajo de los bóxers negros que Javi llevaba.

No estaba dura del todo, por lo que comencé a deslizar mi mano de arriba abajo, suave, despacio, no había prisa. La cosa cada vez se ponía más tensa, y aparentemente íbamos tranquilamente sentados en el avión. A veces miraba al chico de la ventanilla, por si nos estaba viendo. Había sacado su portátil y parecía que estaba trabajando, pero yo estaba segura de que no perdía detalle, notaba como miraba de reojo lo que yo estaba haciendo.

Continué masajeando su polla suavemente, deteniéndome de vez en cuando en sus testículos y pasando un dedo alrededor de su glande. Iba creciendo más y más, y su cara de circunstancia me estaba poniendo muy, muy cachonda. Saqué mi mano, y discretamente mojé de saliva la palma, volví a meter la mano bajo las chaquetas y continué masturbándole, ahora resbalaba más.

Se empezó a remover en el asiento y me puso la mano encima para indicarme que parase, lo miré fijamente, le negué con la cabeza sonriendo y aceleré el ritmo. Apreté aún más, quería llevarlo al extremo, y cuando ya sabía que no iba a poder aguantar más, me acerqué como si le fuese a contar un secreto y le dije: córrete. Y lo hizo, con su boca pegada a mi oído, pude escuchar el orgasmo que estaba teniendo. No pude evitar morderme el labio inferior, estaba muy excitada.

Al poco se levantó para ir al baño a limpiarse, yo me quedé sentada en mi asiento. El chico de la ventanilla me miraba fijamente, y yo tampoco apartaba la vista. Los dos sin decir nada. Me daba morbo pensar que supiera lo que acababa de hacer.

Javi volvió, así que me levanté para que pudiese pasar a su sitio. Se acercó y me dijo: Has sido muy mala, ahora me toca a mí. 


Me colocó las chaquetas sobre mis piernas, metió la mano y subió el vestido discretamente. Apartó mi tanga y empezó a acariciar mi clítoris con un dedo. Yo empecé a sentir mucho calor. Bajó su mano y notó mi humedad, estaba muy excitada. Me giré un poco hacia Javi, y ví que el chico de la ventanilla me miraba por detrás de él. Lo miré a los ojos, sabía lo que estaba ocurriendo bajo las chaquetas, era innegable, y no quería perderse el espectáculo.


Javi empezó a meterme dos dedos mientras que deslizaba el pulgar por mi clítoris. No podía parar de moverme en el asiento, me mordía el labio. Cuanto más movía mis caderas, sus dedos se introducían más adentro. Me estaba poniendo demasiado cachonda, descontrolada por la situación, su mano...todo. Me sentía excitada, deseada y observada, y eso, junto con los movimientos de Javi, hacían que no pudiese parar de mover las caderas. Quería más.Necesitaba más.

El comandante comenzó a hablar por el altavoz, y nos dijo que estábamos a punto de aterrizar. Javi me miró y sonrió. Yo cogí aire. Aceleró el ritmo, no podía contenerme, Javi no paraba con sus dedos y yo no podía moverme demasiado en mi asiento, sino, llamaría mucho la atención. Miraba a Javi a los ojos, le decía con la mirada que estaba a punto, él sonreía, lo sabía. 

Me hizo un gesto con la cara, quería que me corriese, y estaba apunto, pero sabía que si me quedaba en esa postura acabaría gritando o haciendo algún movimiento demasiado brusco que llamaría la atención del resto de pasajeros. Así que abracé a Javi, rodeándole el cuello con mis brazos, y me corrí, gimiendo casi en silencio en el oído a Javi y mirando a los ojos a aquel chico misterioso. Fue increíble, una explosión interior en silencio, dos hombres participando de ese momento, uno mirándome y otro escuchando cómo acababa de tener un alucinante orgasmo de altura.

Llegamos a tierra, me puse en el pasillo mientras Javi bajaba las maletas. El chico de la ventanilla pasó por medio de nosotros para salir, se detuvo frente a mí y me dijo sonriendo: Un placer. Y se fue.

Y así comenzaron nuestras vacaciones de verano... con calor 😏




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